El dinero no da la felicidad pero ayuda a buscarla en lugares más interesantes.
Febrero. Mes de revisiones salariales y bonus. No releo lo que escribo –porque lo borraría-, pero estoy seguro de haber mencionado en algún sitio lo de mi salario. ¿Que no? Pues lo repito. Somos 5 incluyendo a la jefa, y mi sueldo no llega a la mitad que el de cualquiera de mis compañeros. Y me jode. Mucho.
Aquí solo vengo por pasta. Me importan tres cojones las mierdas corporativas, los objetivos estratégicos y las palancas de acción. ¡Ah! y también odio los trepas de escalafón, esos cretinos que tanto daño hacen en cualquier empresa. Por eso y por alguna cosa más que me dejo en el tintero, puedo prometer y prometo que si me toca la primitiva no vuelvo en la puta vida. Hasta entonces, vengo por dinero. Como los demás, pero por menos.
Cuando llegue la reunión de revisión me arderá el estómago mientras sonríen contando que soy muy simpático, y que me aprecian mucho. ¡¡¡Qué cuento más bonito!!! Se me saltarán las lágrimas al visualizar los arco iris y los duendes cogidos de la mano... y luego me acordaré de la verdad. Que mi profesión me gusta, pero oigan, que tengo la mala costumbre de querer pagar mis deudas y tener una vida acorde con la de mis compañeros. Y eso no lo consigo ni con vocación ni con cariño. Y aunque algunos parezcan no saberlo, las tiendas rechazan esos valores como forma de pago. Sólo aceptan dinero. Así que sólo me vale la pasta como retribución. Como a mis compañeros. Como a todos.
Por eso en Febrero se me infla la vena del cuello. Durante las vacas gordas sólo me subieron el variable -poco, además- y ahora, durante las vacas flacas, ni el fijo ni el variable. El puto trepa enano que repta por el departamento, que no sabe lo que es currar antes de las 10 de la mañana, me dobla con amplitud el salario. También el resto de compañeros. Y cada vez que lo pienso se me pone una mala sangre que pa qué... Va a ser que en el boxeo y en mi oficina, al contrario que en el fútbol, cuanto más malo eres, más cobras.
Que sí, que a lo mejor no merezco ganar lo mismo que ellos, pero la diferencia no puede ser tan grande. Que en los últimos 4 ó 5 años no me he acercado al resto de mis compañeros. Es injusto y me jode que la igualdad en mi departamento sea de tipo orwelliano, con unos son más iguales que otros.
No me reconcilio con esta realidad. Lucho por cambiarla, pero conociendo los antecedentes, sólo me consuela saber que Febrero tiene 28 días.
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