"Si cada español hablase de lo que entiende, y nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio".
A. Machado
Es curioso. Borja Mari no tiene idea de casi nada. Habla de casi todo pero sin tener apenas idea. Dice burradas sin pestañear, como los buenos actores, o como los locos de verdad... No es más ignorante porque no amanece antes.
A. Machado
Es curioso. Borja Mari no tiene idea de casi nada. Habla de casi todo pero sin tener apenas idea. Dice burradas sin pestañear, como los buenos actores, o como los locos de verdad... No es más ignorante porque no amanece antes.
Lo que he verificado es su capacidad de adaptación. Acude a una reunión y la monopoliza con sus rebuznos sin conocer el tema tratado. Cualquiera que coma una sopa de letras puede cagar argumentos más sólidos que los suyos, pero como le gusta oírse y que le oigan, es la penitencia que nos toca.
Hay otra característica curiosa: cuando desconoce la materia de que se habla -cosa que sucede a menudo- surgen términos que le resultan nuevos. Y cuando oye uno de esos términos se produce una reacción física, tangible: entrecierra los ojos como prestando más atención, haciendo perceptible como graba la palabra en su memoria.
Ahí comienza el “eco mental”. El muy zote piensa que si usa las nuevas palabras parecerá más listo y los demás alucinarán. El “eco mental”, consiste en repetir constantemente y por todos los medios posibles el nuevo término.
Va un ejemplo. En una reunión con Marketing surgió el término “lead”. Lo utilizamos para referirnos a la intención de compra de un cliente. Durante los siguientes días parecía que el mundo sólo estaba compuesto de leads. Borja Mari enviaba correos hablando de leads, comentaba con sus queridos jefes lo que teníamos que hacer para conseguir leads...
Pero lo peor del "eco mental", su faceta más nociva, es el efecto acumulativo. Días después aprendió lo que era un “copy”, término que usamos para referirnos a textos comerciales. Ya lo habéis pillado, ¿no? Sí, justo eso. Que desde entonces empezó a usar combinaciones como “copys para los leads”. Los rebuznos pasaron de notas a sinfonías.
Así llevamos tiempo, viendo como Borja Mari une cada vez más palabritas para ir creando un nuevo lenguaje. No me cabe duda que algún día será tan hablado como para alcanzar la categoría de idioma oficial.
Todo esto me lleva a un par de conclusiones:
- Podríamos pensar que nuestro personaje tiene algo de camaleón y se adapta al entorno. Sin embargo lo veo más como una rata que aprende a escapar de laberintos. Usa lo que aprende para llegar al queso, no para adaptarse a los demás.
- La segunda es sobre el “eco mental”. El eco sólo se produce en lugares diáfanos. Si en su cabeza las nuevas palabras rebotan y producen eco, por cojones tiene que haber espacio libre. Mucho. Borja Mari tiene la cabeza muy hueca.
Un día de estos probaré a inventarme algún término y soltarlo delante de él. A ver qué pasa.
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