martes, 15 de mayo de 2018

Hare Krishna

Siempre he pensado que las mujeres son más complicadas que los hombres. Dos tíos cabreados se revientan a hostias y al final se matan o se van de cañas, pero las mujeres pueden sonreírse durante años mientras se ponen veneno en el café.

El curro me ha permitido verificar mi teoría a través de tres individuas del departamento que se llevan a matar. Una parece un Hare Krishna de esos pesaos: todo buen rollo, paz interior y una vocecita infantil que no casa con su mala hostia. Otra es la versión femenina de Julio Iglesias, con un moreno perenne y un acento arrastrado que apunta al barrio de Salamanca. Y la tercera es una oveja descarriada que va a su bola y no comparte información. Disimulan lo que pueden, pero se odian. 

Su relación nos afecta porque el Alemán de Valladolid nos ha metido en el lío de cerrar oficinas (para eso de hacernos más fuertes, más compactos y no se qué más chorradas) y tenemos que ayudar a los compañeros de las sucursales resolviendo sus dudas. Y por decirlo claramente, no tenemos ni puta idea. Dependemos 100% de la información que nos proporcionen estas señoras.

Y el alemán, tan avispado para algunas cosas, no ha pillado esto. Por algún extraño motivo piensa que son amigas y trabajan en equipo, pero la realidad es que las tres aspiran a ser la única cabeza visible, y eso no puede ser. Así que pasa lo que pasa: en función de a quién preguntes, la respuesta es distinta. Se me ocurrió que preguntarlas a la vez podría ser la solución, pero tampoco. Automáticamente empiezan a discutir como gallinas locas y se olvidan de ti. No responden. 

Como podéis imaginar, las reuniones con el alemán son un circo. Como cree que se llevan bien y ellas están interesadas en mantenerle engañado, priman las sonrisas y el amor universal.  Hasta que una interviene. Justo entonces se acaba el amor. Si las otras pueden contradecirla y argumentar en contra, lo hacen. Aplican una compleja política de alianzas que varía en función de su conveniencia, pero siempre suma dos contra uno. De modo que no hay decisiones unánimes y siempre alguna se lleva una mano de hostias. Y mientras tanto en las sucursales flipan con nosotros porque según el día contamos cosas distintas. 

El caso es que este tema tiene un punto dramático. Porque cuando el alemán no las ve lo pasan mal, con llantos y mucho llevarse la mano al corazón. Incluso la Hare Krishna ha estado al borde del desmayo en una ocasión. Pedazo de arpías. Menos soponcios y más profesionalidad, please.

Doy por confirmada mi teoría de que las mujeres pueden ser perversas de cojones. Además puntualizo que no me gustan los rebaños, porque peor que el propio rebaño es tener varios perros pastores empujando cada uno hacia un lado. Al final te quedas en medio y te llevas la hostia del pastor.

Y para el alemán: tres estrellas en el mismo cielo pesan demasiado. Que lo sepas.

martes, 1 de mayo de 2018

Fermentación estomacal


Se ha hecho la luz. Casi sin darme cuenta he pillao la táctica para ligar. Consiste en ir a discotecas con el jersey en los hombros, el cubata firmemente sujeto y entrar a las tías contando lo importante que eres.  ¿Que cómo me he enterado? Pues como va a ser… a través de Borja Mari, el despreciable trepa que se sienta a mi derecha.
Aunque no estoy seguro de si lo he mencionado antes, quiero aclarar que el enano es soltero y sin compromiso. Además creo que le mola todo lo que se sostenga sobre dos patas, sea carne o pescado. De hecho a veces parece que pierde más aceite que la furgoneta de los Locomía.
Y coño, que en el fondo no me extraña lo que he visto hoy, cuando el cielo me ha regalado la oportunidad de ver un patético intento de ligar. Para los que tenéis la suerte de no conocerle, os aporto una ayuda para entender su personalidad.

He publicado este post casi en tiempo real. He radiado lo que sucedía a mi lado, todo en presente salvo la necesaria revisión de errores. 
Estaba en mi mundo cuando ha bajado una compañera para tratar un tema con el individuo que medra a mi derecha. He abierto el blog y me he puesto a escribir. No quería perder la oportunidad de plasmar mis sensaciones. Lo que más me ha llamado la atención ha sido que mi despreciable vecino ha sufrido una rápida mutación y le ha cambiado la voz. Hablaba bajito poniendo voz ronca y gesticulaba con las manos como si abanicase el aire. Muy expansivo en los gestos. Y joder, menuda sarta de tontadas que se ha soltado. Algunas perlas:

- He decidido que España esté en este Workstream.
- No pienso gastarme el presupuesto en esas cosas.
- Ya le he dicho a XXXX -la directora mundial del área- que me dé personal y yo se lo hago.
- He encontrado una empresa en Suiza que me puede servir. Estoy gestionando la compra, pero no está bien integrada en redes sociales.
- En el próximo Roundtable le diré a la gente de Western Europe como hacerlo.

Así que ya sé como se liga. La pobre mujer ladeaba la cabeza como si no supiese si creerle o no. Supongo que incluso ya le habrá pasado a la impresionada compañera su teléfono en un papelito, porque no es para menos. Se acaba de enterar de que las decisiones relevantes para Europa Occidental las toma un enano con chepa que trabaja en un sótano. Soltero de toda la puta vida y permanentemente escaso de talla e intelecto, pero importante de cojones. Si le escucha la jefa le suelta una hostia que le hacer átomos. Porque ni tiene atribuciones ni permiso para gestionar esas cosas, pero aprovecha que la jefa está de baja para contar soplapolleces.

Y si dejamos a un lado lo de ligar, lo que mola es leer entre líneas la parte estratégica de lo que ha hecho el enano, eso de ir de amo del universo. Mañana vuelve mi jefa de su baja por maternidad y querrá sus galones de vuelta. A lo mejor todavía no lo sabe, pero ahora los lleva el enano y no le va a resultar fácil recuperarlos. Si no me echan antes disfrutaré desde la barrera de los empujones por ocupar el trono del departamento. Será una guerra envuelta en sonrisas, pero se sacarán los ojos por figurar delante del alemán.

En conclusión, que con esto de la reconversión del banco a lo mejor me echan a tomar por culo, y sin embargo no estoy muy preocupado. Tanto MBA y tanta leche, he llegado a la conclusión de que si me echan me compro un taxi y me pongo a conducir por ahí. Lo bueno de estudiar es que te permite conocer lo que quieres hacer y lo que no, y a estas alturas tengo muy claro lo que NO quiero hacer. Sé que no está el horno para bollos, pero salir de aquí tampoco es tan grave. Aquí, el de mi derecha, el del botijo, el intelectual de cercanías, sigue haciendo que me fermente el estómago cuando le miro. Y qué coño, también cuando no le miro.

Que vivan los taxis.