Otro café frente a la ventana. Llueve y me apetece estar en casa jugando con la niña. De fondo resuena mi jefa envuelta en sus conversaciones políticas. Propone una cena a algún directivo para discutir no se qué tontería. Rodeo la taza con las manos para confirmar que el café está frío mientras me evado de su conversación. No acabo de entender esa lógica de vivir como no te gusta para poder vivir como te gusta.
Tiro el café en la papelera y dejo de pensar en cosas que no puedo corregir. A veces lo más simple me resulta inexplicable. Porque cuando llueve por dentro no hay paraguas que tape.
Tiro el café en la papelera y dejo de pensar en cosas que no puedo corregir. A veces lo más simple me resulta inexplicable. Porque cuando llueve por dentro no hay paraguas que tape.