Siempre he creído en los proverbios chinos. Como hay tantos chinos, entiendo que alguno llevará razón y tomo en serio sus cosas.
Quizá por eso recuerdo una conversación con una amiga con la que después de un rato arreglando el mundo, terminó con una frase lapidaria: "He pensado mucho en estas cosas y la solución estaba en un libro que leí hace años —dijo mientras miraba al suelo pensativa—. En una aldea china, una chica joven e inexperta preguntó a la mujer más anciana si la vida es triste o no, y la anciana le respondió con un escueto sí."
Quizá por eso recuerdo una conversación con una amiga con la que después de un rato arreglando el mundo, terminó con una frase lapidaria: "He pensado mucho en estas cosas y la solución estaba en un libro que leí hace años —dijo mientras miraba al suelo pensativa—. En una aldea china, una chica joven e inexperta preguntó a la mujer más anciana si la vida es triste o no, y la anciana le respondió con un escueto sí."
Desconozco el título del libro, pero la frase es cierta. Como a la anciana, la vida te enseña que sufres para tener un respiro y después, volver a bajar. No sé qué me deparará el futuro, pero por si acaso, putos chinos.
Añado un epílogo: creo que el hombre, cuando alcanza la madurez, percibe la realidad de la vida. A veces el viaje no ha merecido la pena. Y lo que queda es aún peor.
Añado un epílogo: creo que el hombre, cuando alcanza la madurez, percibe la realidad de la vida. A veces el viaje no ha merecido la pena. Y lo que queda es aún peor.