Sigo con mi rollo experimental. En el curro me engañan, sobre todo mi jefa, por lo que he investigado si hay algo que me permita saber cuando me miente.
Lo hay.
Cuando mentimos parpadeamos menos que cuando decimos la verdad. Está documentado que al mentir se genera una mayor demanda cognitiva, lo que se asocia a una disminución del parpadeo. Y una vez que la mentira se ha contado, se da un aumento del parpadeo. En pocas palabras, que un mentiroso fija la vista sin parpadear hasta que termina de mentir. Y luego se relaja y parpadea.
El método que se siguió para verificarlo fue estudiar el comportamiento de 13 personas que tenían que mentir y de otras 13 que no mentían en un total de tres períodos. El período en el que debían mentir se denominó período crítico, y se grabaron para su análisis los parpadeos durante los tres periodos.
El patrón de comportamiento en las personas que mentían era notablemente diferente al de quienes decían la verdad: los que mentían mostraban una disminución de parpadeo en el período crítico comparado con los períodos en los que decían la verdad, en los que se observó un aumento considerable de parpadeos.
El otro grupo, el que decía la verdad, mostraba un aumento de parpadeo durante el período crítico. Parpadeaban al decir la verdad, justo lo contrario que los mentirosos.
El porqué de todo esto hay que hilarlo con otros estudios previos, como el de Holland y Tarlow en 1972, en el que comprobaron que se parpadea menos cuando se memoriza un número de 8 dígitos que cuando se memoriza uno de 4 en el mismo plazo de tiempo.
Mentir es cognitivamente más exigente que decir la verdad, y lo mismo sucede cuando se memoriza. La mentira daría lugar a una disminución del parpadeo, y una vez que se ha dicho la mentira, se produce un descanso en la demanda cognitiva que desemboca en un aumento de parpadeo. Mentir es complicado porque hay que preparar una historia y controlar que la está creyendo el observador. Además, los mentirosos deben recordar sus declaraciones anteriores para que parezcan consistentes cuando vuelven a contar su historia, sabiendo qué contaron y a quién.
Si buscamos una conexión con situaciones reales, probablemente la más clara esté en el ámbito policial. Por lógica los entrevistados en estas situaciones tienen una fuerte motivación para hacer creer que su coartada es real.
Los análisis de entrevistas reales de la policía con sospechosos indican lo mismo, que la mentira exige un esfuerzo mental extra sobre decir la verdad. En los interrogatorios de policía, las mentiras estaban acompañadas por disminución del parpadeo, aumento de pausas, y disminución en los movimientos de manos y dedos, todo ello signos de carga cognitiva. Lo mismo que en los experimentos, vamos.
Pero, ¿y los que dicen la verdad? ¿Parpadean? Pues resulta que los que decían la verdad también mostraron un aumento de parpadeo, pero durante el periodo crítico y no en los otros dos períodos. Este aumento no estaba previsto, pero puede explicarse en términos de ansiedad.
Flipé con la idea. Podía leer la mente de mi jefa. Me planté delante de ella y hablamos. La miré fijamente a los ojos para percibir cuando me mentía.
Ya tengo conclusiones. Me cago en sus gafas de sol.
* - Para más información, se trata de una investigación realizada por Sharon Leal y Aldert Vrij en la Universidad de Porstmouth